EPISODIO 1 :EL PRIMER CASO (3ª PARTE)


       Hola a todos, estamos ya cerca del final del caso, esta es la penúltima entrega. Estoy de celebración debido a que hoy es mi cumpleaños así que,como regalo, para compartir mi felicidad, ¡el episodio de hoy es doble! ^^, ya estoy repasando el segundo caso para empezar con él en cuanto ultime detalles con el final de éste caso. Me alegro de estar aquí publicando y de tener un editor tan chachi como tu, Naota. ¡Saludos gente!

Así que, sin más que añadir, os dejo con la penúltima entrega del primer episodio.
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  El fiscal Payne tomó aliento:
-Señor Butz, ¿es verdad que la victima, la señorita Stone lo había abandonado recientemente?
-Oye, cuidado colega –protestó Larry– ¡Éramos muy felices juntos! ¡Éramos Romeo y Julieta, Cleopatra y Marco Antonio!
- Esas parejas acabaron todos muertos, ¿no?, – Pensó Wright.– No me había dejado ¡Solo que ya no me devolvía las llamadas, ni quería verme, ni nada... ¡¿Y A USTED QUE MAS LE DA?! –Larry se estaba alterando más y más por momentos. –
Sr Butz –intervino Payne– lo que usted describe es lo que se suele entender por “abandonado”. De hecho, lo había abandonado completamente ¡y se estaba viendo con otros hombres! ¡Acababa de volver del extranjero con uno, el día anterior al asesinato!
-¿Que quieres decir “con uno? ¡Miente! ¡Es todo mentira! ¡No me creo ni una palabra!- Larry recibió la noticia con cara desencajada.
La satisfacción se hacía patente en el rostro del fiscal Payne, quien acto seguido, sacó de su carpeta una pequeña cartilla azul que alzó ante la sala.
-Su señoría, esto es el pasaporte de la victima. Según esto, ella estuvo en Paris hasta la víspera de su muerte.

Al igual que con la estatuilla, el fiscal Payne le dio al alguacil unos documentos que entregó al juez y a Phoenix, tras un momento de lectura, se reanudó la sesión.

-En efecto, parece que ella regresó en la víspera del asesinato el 30 de julio.
-No es posible, tío…–a Larry le costaba digerir la repentina noticia. – El fiscal Payne volvió a la carga:

-La víctima era modelo, pero sus ingresos eran notables, parece que tenía varios “papaítos”
-¿Papaítos? –Preguntó Larry–¿Papaítos de quien?
-Pues hombres mayores que le daban dinero y regalos. Dinero del que ella se aprovechaba para mantener su tren de vida. –Explicó cortante el frío fiscal.–
-¡Tíiiiio…! –La cara de Larry pasó de estar lívida y confusa a roja e iracunda.–
-Se ve claramente el tipo de mujer que era la Srta. Stone. Díganos, Sr. Butz,
–Dijo mirando al banquillo de los acusados– ¿qué opina ahora sobre ella?

Mia se acercó rápidamente a Phoenix y le susurró:
-Wright, supongo que no querrás que responda a esa pregunta, ¿verdad?
-Pues claro que no, Larry tiene facilidad para soltar todo lo que se le pasa por la cabeza.
Su señoría, mi cliente no sabía que la víctima se veía con otros hombres, la pregunta es irrelevante par…
-Nick, ¡tío! ¡¿Como que irrelevante!? –Intervino Larry enervado– ¡esa perra tramposa! Me va a dar algo. ¡Me voy a morir aquí mismo! ¡Y cuando la encuentre en el mas allá pienso volver a matarla!

La sala estalló en murmullos de desaprobación tras el desafortunado comentario de Larry de forma tal, que el juez tuvo que apaciguar la sala con un sonoro golpe de martillo.

-Sigamos con el juicio, ¿les parece?

Este comentario facilitaba mucho más las cosas para el fiscal Payne, el cual parecía que ya no cabía en sí mismo del gozo ante el satisfactorio curso de los acontecimientos que parecía que iban a su favor.

-Creo que ya todo el mundo tiene claro el móvil del acusado…Tío, que mala pinta tiene todo esto. –Wright no sabía cómo iba a salir de esta situación.–

-Pasemos a la siguiente pregunta, ¿Usted fue a la casa de la víctima el día del asesinato, ¿no es así? –Larry trago saliva.–Y bien, ¿fue o no fue?
-Eeeeh… Jeje. Bueno, quizá si… quizá no…
-¡Oh no! parece que si fue él, pero responder a eso es demasiado peligroso, le hare una señal:
-Sr. Butz, “responda” a la pregunta.
-Eeeh…Pues, no me acuerdo…–Su cara no era nada convincente. –
-¿Qué no se acuerda? –Payne sonreía. –Vaya, pues tendremos que refrescarle la memoria.
-Tengo un mal presentimiento. Se dijo Phoenix a sí mismo.
-¡Tenemos un testigo que puede afirmar que el acusado fue a la casa de la victima aquel día!
-Bueno, eso simplifica las cosas –intervino el Juez–, ¿quién es su testigo?
-El hombre que encontró el cuerpo de la victima. Justo antes de ese macabro descubrimiento, ¡vio al acusado salir de la escena del crimen!

La sala prorrumpió en exclamaciones que tuvieron que ser sofocados con varios golpes de martillo.

-¡Orden, orden en la sala! Sr. Payne, la acusación puede llamar a su testigo.
-De acuerdo, su señoría. Mientras el alguacil salía de la sala por la puerta detrás del banquillo del fiscal, Phoenix pensó que loa cosa no podía ir peor.

-El día del asesinato, mi testigo vendía periódicos en el edificio de la victima. Llamo al estrado al Sr. Frank Sahwit! – En la sala entró un hombre de mediana edad enfundado en un traje fucsia que nada más entrar inundó la sala de un olor de colonia barata. Su cara tenía un deje de complacencia que hacía a Phoenix desconfiar un poco además tenía algo raro que no lograba identificar, como si algo no estuviera bien. El hombre se acercó al estrado acompañado del alguacil.
-Señor Sahwit, –Payne se paseaba por la sala mientras preguntaba tranquila y pausadamente– ¿usted vende periódicos, verdad?
-Eeeh… ¡oh, si! ¡Periódicos, si! –su voz suave y edulcorada se notaba nerviosa.
-Tranquilícese, señor Sahwit,  y por favor cuente al tribunal lo que vio el día del asesinato, por favor.
-Pues verá –su voz se notaba un poco mas segura– yo iba de puerta en puerta vendiendo suscripciones cuando vi huir a un hombre, pensé que debía tener mucha prisa, porque se dejó la puerta entreabierta. Me pareció raro, así que eché un vistazo al apartamento y entonces la vi, en el suelo. Una mujer… inmóvil. Muerta. Me eché a temblar de miedo y no pude entrar. Pensé en llamar a la policía inmediatamente, pero el teléfono del apartamento no funcionaba, así que salí al parque más cercano a buscar una cabina. Recuerdo la hora a la perfección, era la 1 de la tarde. El hombre que salió corriendo es, sin duda, el acusado que esta sentado allí.

El juez se quedó meditabundo, Wright, por otro lado, no lo estaba pasando precisamente bien. En menudo lío se había metido, debí haberle dicho a Larry que respondiera con sinceridad, ahora estoy en una situación peor.
-Por cierto, –pregunto el juez– ¿por que no funcionaba el teléfono de la victima?
-Su señoría; en el momento del asesinato había un apagón en todo el edificio.
-¿Y no se supone que los teléfonos deberían funcionar en un apagón?
-Sí, su señoría, sin embargo algunos teléfonos inalámbricos no funcionan, y el teléfono usado por la victima era de este tipo.
-Entiendo –afirmo el juez. –
-Además, su señoría, tengo un informe del apagón por si desea examinarlo.

Le entregó la documentación convenida para el juez y la defensa.
-Y ahora, Señor Wright.
-¡SI! –Dejó escapar con un hilo de voz agudo. Carraspeó un momento- Si, ¿su señoría?
-Puede empezar con el interrogatorio.
-Muy bien Wright, –le susurro Mia– ahora es cuando se pone interesante.
-¿Interesante? Estamos en un callejón sin salida, ¿cómo nos vamos a librar de esta?
-Tu cliente es inocente, ¿cierto? En ese caso, ¡ese testigo ha mentido en su declaración! ¿O es que realmente piensas que tu amigo pudo haberlo hecho?
-Tienes razón –Phoenix se sintió avergonzado de si mismo. – ¿Y cómo demuestro que no lo es?
-Tú tienes la clave, está en las pruebas. Revísalas, compáralas con lo que ha dicho el testigo y saca la verdad a la luz, sé que puedes hacerlo Phoenix. La sonrisa de Mia le dio a Phoenix la fuerza que necesitaba. Le dedicó un momento a la lectura del documento de la compañía eléctrica y repaso rápidamente sus notas.
-Señor Sahwit, ¿podría repetir su declaración, por favor?
-Por supuesto. Frank Sahwit repitió su declaración palabra por palabra. Pero cuando llegó a la declaración de la hora a la que encontró el cadáver Phoenix Wright se levantó de su asiento y exclamó:


-Sr. Sahwit, usted afirma que se encontró el cadáver a las 13:00, ¿verdad?
-Si, así es, señor abogado –su voz parecía perder seguridad–
-Francamente, lo encuentro un poco difícil de creer. Porque según el informe de la autopsia, la hora de la muerte se sitúa después de las 16:00, no había nadie…, Perdón, no había ningún cadáver a las 13:00. ¿Como explica usted ese lapso de 3 horas?
-¡Oh, eso! Mm… pues… –comenzó a sudar y a balbucear ligeramente confuso. –
-¡Protesto! –Exclamó Winston Payne como si estuviese devolviendo una pelota en un partido de tenis– ¡eso es algo trivial! ¡El testigo pudo simplemente olvidar la hora!


 -Después de su declaración, resulta difícil de creer –replicó el juez–.
-Sr. Sahwit, ¿porque esta tan seguro de que encontró el cadáver a las 13:00?
-Yo… esto… bueno… ¡Caramba, es una buena pregunta! Acabó por decir Sahwit como si improvisara una línea que hubiese olvidado de su guión en plena actuación–
-¡Excelente trabajo Wright! Vas a desestabilizarlo. Eso es lo que hay que hacer, descubrir las contradicciones, una mentira siempre oculta otra, desenmascara una y toda su historia se desmontará.

De repente Sahwit intervino como si de una epifanía se tratase:
-¡Un momento! Ahora lo recuerdo!
-¿Podría repetirnos de nuevo su declaración? Respondió el juez.
-Claro, verá, cuando encontré el cuerpo oí la hora. Una voz dijo la hora. Probablemente seria la televisión. ¿Pero iba con retraso no? Seguramente la victima estaba viendo algún programa grabado en el vídeo. Por eso pensé que eran las 13:00, lamento muchísimo el malentendido.
-Entiendo. Sr. Wright puede proceder.
Mia azuzó a Phoenix
-Ya sabes lo que hay que hacer, ¿verdad?


-Por supuesto, Sr. Sahwit, ¿usted afirma que la víctima estaba viendo un programa de televisión grabado verdad?
-Claro, por supuesto. Su cara no inspiraba la misma confianza que quería dar a entender con sus palabras.

-Como la acusación ha dicho antes, había un apagón en el momento del descubrimiento del cadáver, y este informe de la compañía eléctrica lo demuestra –dijo mientras agitaba el documento. –¡No pudo haber oído ningún televisor, ni ningún video señor Sahwit!
Del sudor, al señor Sahwit… ¡¿se le acababa de rodar el pelo?!

-Yo… bueno…Sahwit no sabía dónde meterse.
-La defensa tiene razón, ¿tiene una explicación para esto, Sr. Sahwit? Intervino el juez.
-No. Yo… me parece algo bastante intrigante,­ –su voz había dejado de sonar tan agradable para dar paso a una voz más grave y entrecortada– ¡Ah, espere! Ahora lo recuerdo!
-Señor Sahwit, –se dirigió el juez al testigo– la corte preferiría oír una declaración exacta, desde el principio, estas rectificaciones están dañando su credibilidad y, además, parece bastante… aturullado.
-P-pido disculpas, su señoría. Esto… Debe ser por la conmoción por lo sucedido.
-Muy bien Sr. Sahwit, escuchemos su declaración una vez mas, por favor.

1 comentario:

Naota Nandaba Kasugano dijo...

Para ser exactos, el cumpleaños de Valdrak fue ayer, día 21, el post ha salido un poco más tarde por razones de tiempo. Disculpad el retraso, la semana que viene haré un pequeño vídeo donde adelanto un par de cositas de la próxima temporada.