¿Por qué puñetas nunca regresé en Agosto? II

En anteriores episodios de "¿Por qué Puñetas Nunca Regresé en Agosto?":

[...] "seguí cavando, clasificando y ordenando mis numerosas e inservibles posesiones. Todo parecía normal, hasta que de repente, un trozo de papel que no había visto nunca apareció ante mí" [...] "mis ojos no me engañaban ¡¡HABÍA ENCONTRADO UN MAPA DEL TESORO!!"

Tras una semana de suspense, seguiré narrando la épica aventura, que me mantuvo tan ocupado que no pude volver hasta este momento:

Muchas fueron las horas que pasé buscando información sobre el dichoso mapa, horas de seguir limpiando que obviamente se fueron a hacer puñetas, pero los resultados no se hicieron esperar demasiado, y antes de que mis esperanzas se vieran pisoteadas por mi desidia y mi inconstancia, logré descifrar aquel afortunado papelucho que me prometía grandes cosas. 
Casualmente, la casilla de inicio del lugar donde se hallaba el presunto tesoro estaba a unos 15 minutos de mi casa.

Quince breves minutos después, habiendo conseguido leer un mapa bien por primera vez en toda mi vida, me encuentro frente a una oscura cueva de la que nunca me había percatado. Tragué saliva, encendí mi linterna, estrujé el mapa y plaqué impetuosamente a la oscuridad que se alzaba ante mí con un ansia que tan solo conocen los seres más codiciosos.



El pasillo resultó ser menos laberíntico de lo que parecía en el mapa. Así pues, tras una cantidad de tiempo que mi nulo sentido de la orientación os podría hacer adivinar y que mi dignidad impide que revele, logro ingresar en una cámara vacía en cuyo centro tan solo se alzaba un pedestal con escaleras absurdamente alto. El único guardián que protegía aquel alto pedestal era mi propia pereza, que parecía absorber mis ganas y mi ánimo.

Tras otra ridícula cantidad de tiempo, entre jadeos, sudor, y varios tramos a cuatro patas, consigo llegar a lo más alto del pedestal para encontrarme con aquel bendito cofre, al que solo le faltaba emitir el canto de un coro angelical mientras es alumbrado por un halo de luz celestial. Aquel glorioso baúl, que bien podría encajar con los de las ilustraciones de los libros de Dragones y Mazmorras estaba ante mí, sin ningún tipo de candado,cerradura o guardián.
Recorriendo el suelo de aquel sitio con mi linterna, avancé lentamente hacia la solícita caja de madera en la que se hallaban mis sueños y esperanzas como si el siguiente paso fuese a activar una trampa. Apoyé mis manos en el baúl, levanté su tapa y de su interior una luz naranja cegaba mis ojos, no podía dar crédito a lo que mis entonces achinados ojos estaban viendo... Aquello era... Aquello era... Bueno, ya os lo diré en el próximo post.

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